sábado, 6 de diciembre de 2014

Marvin y el asesino de los andenes, capítulo 2.

Marvin Capítulo 2. "El asesino de los andenes". Parte 1/3 (Leete las dos partes restantes para comprender el capítulo) "Para no tener resaca sigue bebiendo", y eso hizo Marvin, que se despertó a rastras por su habitación, buscando el dichoso despertador que le penetraba el sentido. Le dió un golpe pero no paraba de sonar y comprendió, aún adormilado que no era el despertador, sino que era el teléfono, se levantó con un ojo casi cerrado y otro casi abierto, con cara de sueño, en busca de ese molestoso timbre y esquivando su ropa por el suelo tomó el teléfono, descolgó y respondió: -Detective Jay marvin al habla, ¿en que puedo ayudarle?- dijo entre bostezos y con una terrible resaca. -Hola Marvin, soy Frank...Frank Morgan, espero que no sea muy temprano- Dijo con voz entrecortada y casi disculpándose -Temprano es una cosa... esto es una ofensa-añadió riéndose- pero... dígame, le escucho -he estado pensando en lo que hablamos y... de momento no me conviene la idea, estoy pasando por una racha como bien sabe y no me viene bien mezclarme en casos en los que hay que dar el cien por cien, si es cierto que podría echarle una mano en algún caso, pero compañeros ahora mismo, me temo que no. -Como usted quiera Inspector, pero si lo que le preocupa es dar el cien por el cien, déjemelo a mí, yo doy el doscientos por cien, disculpe mi ronca voz, parezco un camionero ¿no es verdad? -si eh... bueno, entonces por el momento sólo nos echamos una mano, llámeme cuando necesite ayuda y allí estaré.">> Marvin se levantó a ponerse un café con whisky y un cigarrito aliñado verde para sentirse como habitualmente se sentía. <<¡qué gozada!>> dijo marvin dando un sorbo al café. Salió por la puerta y rapidamente llegó a su nuevo despacho, del departamento de inteligencia, saludó brevemente a todos sus nuevos compañeros que ya le esperaban y fue a su despacho, ese pequeño despacho en el que con una placa en la puerta ponía su nombre y su nueva ocupación: Detective Marvin. No tardó en sentarse y descubrir que encima de su mesa tenía ya sus cuatro casos: el de un asesino que había matado ya tres hombres en la vieja estación de trenes, no se le veía la cara, nada del departamento de huellas y nada de pistas; y otros tres casos, que eran dificil de resolver casi tanto como ese, pero para empezar, Marvin se decantó por el caso del asesino de los andenes, primer caso con el que se bautizaría como Detective. Dejó los otros a un lado pero no podía concentrarse. En su desarrollada mente entraban las voces de la gente mas allá de su despacho, las grapadoras chasqueando cuando chocaban entre sí, el pasar de las páginas, la presión de los dedos en el teclado del ordenador que no dejan de hacer ruido, la máquina de café, a la que le propinan golpecitos en el lateral por que está averiada, la caída de una llave inglesa al suelo desde una escalera donde un técnico instala y configura cámaras. Todo eso no le deja a Marvin pensar, así que cerrando las persianas de su despacho se pone a tono con medio gramo. Se sienta y recupera la concentración, se pone a leer el caso y no halla una respuesta clara. "Varón de estatura media que mata a sus víctimas por la espalda y a sangre fría sin discusión ni motivo previo aparente" fotos de la escena del crimen, del cadaver y del arma usada; una navaja con la hoja made in Spain, Albacete, ya había tres asesinatos similares, uno diario y ni ayer ni hoy se ha vuelto a cometer un asesinato similar. Se cree que son varias personas implicadas en la trama. Solo tenía eso para empezar, pero era suficiente, con su cubo de Rubik en las manos para relajarse y pensar, y dando vueltas por su despacho decide llamar a la subteniente Lindsay Hollow. -La subteniente Hollow al habla, ¿digame? -¿Subteniente Hollow?, soy el detective Jay Marvin de inteligencia de Chicago, es mi primer caso, aun soy algo novato en este departamento, me dieron su número para guiarme y bueno... quería saber, para ser exactos el porcentaje de navajas traídas desde España en los últimos tres años... sí, de tres a cinco años, concretamente de Albacete, del modelo Pastora, hecha por la fábrica de artesanía Albainox -me temo que no podemos hacerlo tan facil, nos llevaría dos semanas mas o menos interrogar a cada vendedor -quizá el asesino, que fue quien lo compró era hombre de campo y en principio la compró para hacer tareas o...no se, bueno estas compras tan a lo lejos se suelen hacer por internet y bueno, debe haber un controlador de cuando sale el artículo y cuando viene. Ejecute esa búsqueda y dígame los resultados -okay, así tardaré unos ocho días -dividámonos el trabajo, usted busque en la octava y en el noroeste, en las tiendas de artículos de caza y de navajas que aquella zona comercial habita, yo improvisaré el perímetro buscando en Offer y en correos llegados desde europa y pediré un informe de las ventas de artículos de caza en estos últimos cinco... o tres años -otra cosa Detective Marvin,¿cómo ha llegado a la conclusión de ponerle edad a una navaja? -mire subteniente cualquier navaja con mas de tres años se le sueltan los tornillos y la persona tiene que apretarlos, no quedan igual de duros que de fábrica, y lo he podido demostrar. Estuve mirando la navaja y la comparé con una que tengo en casa que tiene casi los tres años y ya se le estan empezando a mover los tornillos, pero pude comprobar lo duro que estaban los tornillos de mi navaja, y la del asesino estaban blandos, apretados por un destornillador normal, en ausencia de un destornillador industrial que funciona a presión y queda mas apretado que los tornillos de un submarino por así decirlo -vale, me ha impresionado, solo era eso- dijo la subinspectora con una risita nerviosa. -bueno, pues si no tiene nada más que hacer le sugiero que empiece su búsqueda, llámeme al busca si necesita algo. Así acabaron la conversación,Marvin que miraba su cubo de Rubik totalmente incompleto y a la vez pensaba en Morgan... era hora de llamarlo. Continuará...

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